Primer día en Sydney

. jueves, 12 de junio de 2008

Llegamos al hotel The Grace a las 7.30 de la mañana, el cual está muy cerca de la zona de la Opera House y de la bahía. Al lado del hotel también se encuentra el centro comercial Queen Victoria con una gran variedad de tiendas donde realizar todo tipo de compras. El hotel es de 4 estrellas, cuenta con gimnasio propio, cafetería, restaurante propio, las habitaciones son bastante grandes y en general todo el personal del hotel es bastante agradable. Eso si, si hay algo que los australianos llevan al límite es la puntualidad.


Salimos a la calle a las 8 de la mañana tras tomar un cafecito (por cierto, está bastante malo en general en toda Australia), para subir a la Torre de Sydney desde la cual poder ver toda la ciudad. Sacamos un entrada combo para la torre y el acuario, así sale más barato, unos 46 dólares por persona. La Torre alcanza una altura de 305 metros y se tarda unos 40 segundos subiendo en ascensor. La entrada también incluye el espectáculo de OzTrek, que es un recorrido en 3D por Australia. Para los más animados se puede realizar un paseo por el exterior de la torre (vas con monitor y con un arnés por si acaso).
La torre está abierta de domingo a viernes de 9:00 a.m. hasta las 10:30 p.m. y los sábados desde las 9:00 a.m. hasta las 11:30 p.m






Al lado del hotel se encuentra Hyde Park (emulando al de Londres), donde se encuentra la catedral católica de St. Mary. Cerca de aquí podemos encontrar la biblioteca de Sydney y los Jardines Botánicos Reales.







Del parque nos dirigimos hacia los Jardines Botánicos Reales, a través de los cuales podemos dirigir nuestros pasos hacia la bahía. Aquí podéis encontrar todo tipo de especies vegetales así como algo muy curioss: los murciélagos que habitan los árboles. Si, al igual que aquí podemos encontrar pájaros, allí lo normal es encontrar murciélagos de día colgados en los árboles. De lo más curioso. Desde la parte de abajo de los jardines, se encuentra un paseo que te lleva al edificio emblema de Sydney, la Opera House.
Horarios de apertura del parque:
De Noviembre a Febrero: 7 am – 8 pm.
Marzo y Octubre: 7 am – 6.30 pm.
Abril y Septiembre: 7 am –6 pm.
Mayo & Agosto: 7 am – 5.30 pm


Después, paseo por la parte de abajo de los jardines hasta la Opera House. Desde la ópera, se puede ver perfectamente el Harbour Bridge, elemento muy característico de la bahía de Sydney. Declarado en 2007 como Patrimonio de la Humanidad, fue diseñado por el arquitecto danés Jørn Utzon en 1957 e inaugurado en 1973. En el edificio se realizan obras de teatro, ballet, ópera o producciones musicales. Es sede de la compañía Ópera Australia, la Compañía de Teatro de Sydney y la Orquesta Sinfónica de Sydney. Está administrada por la Opera House Trust, un organismo público bajo supervisión del ministerio de arte de Nueva Gales del Sur. Se puede visitar diariamente a partir de las 9 de la mañana.


Con esto tuvimos para toda la mañana, así que tocaba ir a comer. Para ello, cogimos un ferry desde la bahía y fuimos a Manly(es una de las dos playas más importantes que hay en Sydney, junto con la de Bondi). Cuesta unos 6 dólares, y es la forma más rápida de ir hacia ciertos lugares de la costa. En este playa uno se puede bañar sin ningún tipo de problema en cuanto a posibles "bichos" en el agua. Casi en la misma playa hay un paseo donde se pueden encontrar un montón de sitios para comer y muy variados.


De vuelta, visitamos el acuario (es uno de los más importantes del mundo). Allí se puede ver todo tipo de fauna marina, especialmente las rayas, tiburones, tortugas y cocodrilos. Para los más atrevidos, se puede uno dar un bañito con los tiburones. Calcular que los "bichitos" miden unos 3-4 metros. El acuario abre de 9 a.m. hasta las 10 p.m. Conviene que os fijéis en la hora a la que se da de comer a las diferentes especies que habitan allí, puesto que es digno de ver (especialmente los tiburones). Si acudís con el carné de alberguista internacional (YHA) os harán un descuento entre el 30 y el 50%.


Con todo esto, nos dieron las 6 de la tarde, y nos fuimos al hotel a dormir. Si, a dormir, el cambio horario es tremendo cuando viajas tan lejos, y no pudimos aguantar más.

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